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viernes, 9 de marzo de 2012

PARANOIA, ALTERANDO LA REALIDAD

Con frecuencia  se utiliza de manera informal el término paranoia con varias acepciones  diferentes y no siempre coincidentes. Cuando se dice "estoy cogiendo una paranoia" se puede estar queriendo expresar cosas distintas: "estoy cogiendo un enfado, una manía, o un miedo ante un examen". De la misma manera  cuando se acusa a otro, en un tono unas veces irónico y otras  irritado: "¡eres un paranoico!". Se puede estar queriendo decir  cosas distintas sobre  esa persona. Desde llamarle desconfiado hasta obsesivo, podemos querer decir que  es avaro,  receloso, precavido o simplemente insinuamos que tiene mal carácter y nos "cae" mal.

El sentido, por tanto,  que muchas veces damos a la palabra paranoia va a depender de nuestra particular interpretación del término. Además de la situación en la que nos encontremos en ese momento, inclusive de nuestro estado de ánimo. Sin embargo la paranoia tiene un significado muy concreto en Psiquiatría, que no siempre coincide con el nuestro.

¿QUÉ ES EN REALIDAD LA PARANOIA?

En la Clasificación Internacional de Enfermedades, en su apartado psiquiátrico, se  sitúa la Paranoia entre los llamados  Trastornos  de  ideas delirantes. Son trastornos psicóticos, esto es, enfermedades parecidas a la Esquizofrenia pero diferentes de ella,  en las que se produce un quiebro de la realidad y el enfermo crea una nueva dentro de su mente.

La Paranoia y los demás Trastornos de ideas delirantes, como su propio nombre indica, se caracterizan principalmente por la presencia de delirio o ideas delirantes,  que pueden definirse como falsas creencias de diferentes temáticas o contenidos (existen delirios de perjuicio, de grandeza, de enfermedad, de seducción, de ruina... y de muchos más temas)   que se basan en una incorrecta valoración de la realidad exterior.

Es característico que las creencias delirantes  se mantengan firmes y no sea posible rebatirlas con una argumentación lógica, por ejemplo  el caso de un delirio de filiación, en el que la persona delirante está convencida de ser  hija del rey de Marruecos,   por ejemplo, a pesar de toda clarísima evidencia en contra o en una megalomanía o delirio de grandeza  autoproclamarse, con   certeza rotunda, elegido de Dios y capaz de prodigios extraordinarios. Estas ideas, evidentemente,  no son compartidas por el medio sociocultural de la persona que las presenta, ni se explican por creencias religiosas. Algunas veces se trata de una idea única y otras de complejísimos entramados delirantes.

En el caso concreto  de la  Paranoia la temática del  delirio  es el perjuicio. Suele ser un delirio bien estructurado en el sentido de que  el sujeto que lo padece se siente víctima de las acciones de una persona o de varias personas o de una institución, cree que actúan en su contra con ánimo de perjudicarlo, con un entramado argumental comprensible, pero no real, con el que intenta justificar su delirio. Es el caso, por ejemplo, de un trabajador que a raíz de un comentario inocente entre dos compañeros de oficina, que interpreta de forma errónea, empieza progresivamente a recelar,  a sentirse perseguido por la empresa las 24 horas al día, culpándolo, según cree, de algo que no ha hecho.

El paciente paranoico siente que hay cámaras y micrófonos para vigilarle, aunque no los ve y puede incluir en su delirio a vecinos e incluso desconfiar de sus propios familiares, en una enorme confabulación que a todas luces es errónea y patológica, pero que altera toda su forma de vida previa, pudiendo llegar a presentar claras alteraciones de conducta y agresividad. El paciente está totalmente seguro de la certeza de sus creencias y no se le puede convencer de su error mediante el razonamiento lógico. Esta es la base de todo trastorno delirante.

¿POR QUÉ SE VUELVE UNA PERSONA PARANOICA? ¿CUÁLES SON LAS CAUSAS?

La desconfianza, más o menos exagerada, un cierto rasgo paranoide, es una característica de personalidad y  tiene una graduación entre lo normal  y lo patológico. Así   la desconfianza en si misma solo refleja una actitud y no es una enfermedad. En realidad todos tenemos ciertos rasgos paranoides que nos pueden proteger frente al medio en situaciones de riesgo, sin mermar nuestra cordura.

Pero una acentuación de estos rasgos paranoides de personalidad, la desconfianza  por sistema suele encontrarse en los afectados de Paranoia y no es raro descubrir en  estos sujetos antecedentes de suspicacia fácil, creencias exageradas de las posibilidades agresivas del prójimo, vivencias de hostilidad con respecto al entorno y resentimiento. Son frecuentes también la rigidez y el autoritarismo, como rasgos de carácter previo, con mala tolerancia a que se les lleve la contraria y dificultades para la autocrítica. 

También es frecuente cierta frialdad emocional previa al desarrollo de la enfermedad, presencia de egocentrismo, problemas en las relaciones interpersonales y dificultades de diversa índole en la esfera sexual. Es más frecuente entre solteros y divorciados.

Las escuelas psicoanalíticas han entendido los síntomas paranoides como un intento adaptativo para suplir determinadas carencias (los temas paranoides, centrados en el perjuicio, el daño y la persecución son las manifestaciones psicopatológicas mas arcaicas, más antiguas, en nuestra evolución cono seres humanos y por eso mas regresivas que las que aparecen en la neurosis y en la depresión) con que el paciente se protege frente  a una depresión y es frecuente que aumenten las ideas paranoides al tiempo que disminuye la sintomatología  depresiva y viceversa.

La paranoia suele presentarse en el adulto mayor y es más frecuente en los ancianos. Lo favorece el aislamiento por lo que tienen más riesgo aquellos ancianos que viven solo, sobre todo si son  mujeres. Son característicos los delirios de sordos, sordomudos y ciegos, por lo que la deprivación sensorial se considera un factor de riesgo. Al no ver ni oír bien, malinterpretan lo que perciben de forma deficiente y pueden llegar a construir explicaciones delirantes. Cualquier cuadro más o menos crónico o prolongado  o cualquier situación  de agotamiento psíquico, enfermedad física, e incluso el propio envejecimiento favorecen la presentación de síntomas.

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA UNA PARANOIA? ¿CUÁNDO IR AL MÉDICO?

Ante la sospecha de un delirio, como los descritos previamente, un paciente debe ser evaluado siempre por un médico, preferiblemente un especialista en psiquiatría. El diagnostico se iniciará con la historia clínica en la que se identificarán  los antecedentes de cuadros similares y los rasgos paranoides de personalidad, así como la sintomatología delirante que se presente en ese momento.

Lo característico es que la presenten durante al menos 1 mes y que el contenido sea, generalmente de perjuicio, daño y persecución, que son las manifestaciones clínicas más frecuentemente observadas.    El paciente afectado de Paranoia mantiene conservado un juicio correcto sobre todos aquellos aspectos que no afecten al contenido delirante, no presenta alucinaciones y puede funcionar bien en tanto no se roce el tema de sus ideas delirantes.

Además, se considera necesaria una exploración general y neurológica dentro del proceso diagnóstico y  en ocasiones deben efectuarse exploraciones complementarias tales como análisis de sangre, iones, pruebas de función hepática y tiroidea, electrocardiograma, radiografía de tórax o pruebas de neuroimagen como TAC o RMN,  para descartar de manera razonable la presencia de enfermedad somática, medicación, consumo de tóxicos o enfermedad psiquiátrica (depresión, manía, demencia...) Como causa del delirio. La paranoia es, por definición, un trastorno delirante primario, esto es que no  es causada por una enfermedad mental orgánica ni por un trastorno afectivo como la depresión y en su evolución no se asocia a deterioro cognitivo.

¿CUÁL ES SU TRATAMIENTO? ¿TIENE SOLUCIÓN?

El psiquiatra confirmará  el diagnostico, iniciará el tratamiento farmacológico con neurolépticos y  seguirá la evolución del cuadro, pero hemos de saber que el paciente con paranoia no suele tener conciencia de estar enfermo y por tanto, en general, no acude espontáneamente  al médico y es la familia quien tiene que hacer el esfuerzo de llevarlo. En ocasiones puede ser necesario un ingreso en un hospital psiquiátrico dependiendo de la intensidad de los síntomas delirantes, de los riesgos de conductas agresivas para él o para otros, o de la resistencia al tratamiento farmacológico en episodios anteriores.

Debe investigarse la presencia de factores somáticos que actúen como desencadenantes o mantenedores de los síntomas delirantes. Debe favorecerse un mundo propio de relaciones familiares y sociales. El cumplimiento y adherencia al tratamiento suele ser mejor en paranoides de edad más tardía por que los ancianos suelen confiar en el médico si este sabe darles apoyo y confianza.  No deben esperarse  grandes resultados con el tratamiento farmacológico, lo más probable es que solo se atenúe el delirio y en consecuencia repercuta menos en la vida del paciente, pero no siempre se consigue que  desaparezca. Hay que propiciar apoyos para las familias que puedan sufrir las repercusiones del delirio del paciente, y en ocasiones ha de orientarse  sobre recursos socio-sanitarios a largo plazo.

¿QUÉ CONSECUENCIAS PUEDE TENER? ¿CÓMO PODEMOS PREVENIRLA?

En general tenemos que contar que estamos ante un trastorno crónico que con frecuencia no va a remitir del todo, sobre todo en las personas más mayores y es, por tanto, necesario  prepararse para la posibilidad de convivir con una persona difícil, fundamentalmente familiares, vecinos, compañeros de trabajo, medico, etc. Las claves para ello es ganar confianza en uno mismo y reforzar la autoestima  aprendiendo a valorar lo que se hace bien, teniendo pensamientos realistas y positivos, recordando que "lo mejor puede ser enemigo de lo bueno" y procurando no exigirse o castigarse por los errores sino reconocer que nadie es infalible. Ante el paciente intentar evitar el tema delirante, no contradecirlo en ese aspecto pero tampoco seguirle la corriente e intentar prevenir conductas violentas.

La prevención de la paranoia debería empezar en la infancia. Los humanos somos por naturaleza seres sociales,   aunque este rasgo   en otras ocasiones  está oculto detrás de la inseguridad. Debemos aprender a confiar en el otro demostrando nosotros que somos honestos, coherentes y responsables y educar en estos valores a nuestros hijos. Las relaciones se hacen más profundas y sinceras a medida que les dedicamos más tiempo y nos arriesgamos a ser como somos, compartiendo con los demás sinceramente lo que pensamos y sentimos, animándolos a hacer lo mismo. El humor y la risa influyen directamente en nuestro estado de ánimo y en nuestra autoestima. Es importante cultivar el buen humor y aprender a reírse de uno mismo para mantener una visión objetiva del mundo y prevenir conductas paranoides.  (Jesús Gayoso Orol, Médico Psiquiatra)