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viernes, 9 de diciembre de 2011

CLEPTOMANÍA: LOS LADRONES INOCENTES

La cleptomanía es un trastorno del control de impulsos que lleva al robo compulsivo de objetos, sobre todo si son de alta gama. La persona que padece dicho trastorno recibe el nombre de cleptómano o ladrón compulsivo. La etimología u origen del nombre de este trastorno psíquico proviene de la palabra griega κλεπτομανία compuesta por los términos: κλέπτειν -quitar- y μανία –obsesión…

 
La palabra compuesta en este caso se entiende entonces como: "obsesión de quitar o de hurtar". Cuando ésta obsesión provoca excitación sexual, se utiliza el término sexópata "con necesidad de robar", es decir, cleptófilo.
La cleptomanía es una enfermedad importante, un porcentaje de las denuncias de robo están relacionadas con personas que sufren trastornos compulsivos a causa de depresión y ansiedad. El cleptómano, a diferencia del ladrón, roba por necesidad de satisfacer un desorden mental, no utiliza ni vende lo robado y nunca se ayuda de cómplices. Acumula los objetos robados en su hogar o en un escondite sin usarlos y en ocasiones los devuelve clandestinamente. Mientras que el último roba, por diversión, o necesidad de satisfacer un deseo material, económico o social llegando incluso al profesionalismo. Algunas personas, especialmente los adolescentes, suelen arriesgarse a robar como un acto de rebeldía.
Personas afectadas acumulan denuncias por robo y pueden parecer ladrones comunes, pero están lejos de identificarse con este perfil delictivo. Los cleptómanos, que protagonizan el 5% de las denuncias tramitadas por robos, sobre todo por parte de mujeres, son personas enfermas que sufren una gran ansiedad antes de realizar el hurto.  La cleptomanía nace como consecuencia de un malestar generalizado asociado a sentimientos de depresión y ansiedad. Otros trastornos del control de los impulsos comparables a la cleptomanía son la compra compulsiva o la bulimia nerviosa. En todos ellos, las emociones negativas se experimentan con tal fuerza que se apoderan de la voluntad del individuo, con lo que la razón y el pensamiento lógico pasan a un segundo término. Como consecuencia se pierde la capacidad de pensar de forma serena y la pérdida del control se traduce en rituales irrefrenables y sin causa aparente.
Dentro del grupo de los cleptómanos existen tres tipos: esporádico, en el que se dan episodios breves de cleptomanía y posteriormente largos periodos de remisión. Otro es el episódico, en el que se dan temporadas prolongadas de robos y cortos lapsos de remisión y el tercer tipo es el crónico, que se caracteriza por un grado de fluctuación.
Quienes sufren este trastorno desarrollan acciones compulsivas para reducir lo antes posible las emociones desagradables. En el caso de la cleptomanía el robo se convierte en una conducta incontrolada que sirve para reducir la ansiedad del momento. Pero la impulsividad sólo es útil para intensificar el malestar, ya que se deja de ser dueño de uno mismo y se pasa a ser esclavo de reacciones que alteran la vida diaria y generan sentimientos de culpabilidad por caer en el mismo error una y otra vez.
La cleptomanía la sufren los adultos conscientes de sus actos, aunque no pueden controlar los momentos en los que se ven "obligados" a robar algún objeto. Por lo general, afecta a individuos que son presa fácil de sus emociones y que se encuentran en un momento muy estresante de su vida, sufren algún trastorno de personalidad o experimentan síntomas de depresión o ansiedad.
El sentimiento de tensión que experimentan los cleptómanos se intensifica cuando se exponen a una situación en la que pueden llevarse algún objeto. Este nerviosismo evoluciona en estas personas de forma desagradable a medida que el robo está a punto de consumarse. La emoción es tan intensa que el afectado no ejerce un control sobre su voluntad, aunque sí es consciente de que está a punto de cometer un acto discordante con sus valores, pero es incapaz de plantearse otra solución para reducir el grado de ansiedad que le lleva a consumar el hurto. Por eso sólo cuando sustrae el objeto experimenta una sensación de liberación y alivio por haberse quitado de encima un malestar tan intenso.
Sin embargo, esta sensación cercana al bienestar -que puede resultar adictiva- apenas dura unos minutos, ya que el malestar inicial se sustituye por un sentimiento de culpabilidad que no tarda en aparecer. Esta situación genera un círculo vicioso en el que el desasosiego forma parte de la vida de estos enfermos, de la misma manera que sucede en otros casos de alteraciones adictivas e impulsivas.
Es necesario consultar cada caso a un profesional para que elabore un diagnóstico completo en el que no sólo valore la cleptomanía como la manifestación más evidente. En general, suele administrarse antidepresivos por la relación de los síntomas con niveles bajos de serotonina en el cerebro.
El primer paso pare recuperarse es realizar un registro detallado de los episodios vividos. Después de cada robo involuntario se debe anotar en una libreta la fecha, la hora, el lugar, el estado anímico previo al hurto y el objeto robado. De este modo, se fomenta el control de una conducta que en el momento en que se lleva a cabo parece no estar sometida a ninguna pauta. Así, mediante este control se pueden observar secuencias repetitivas que permiten prevenir situaciones similares. Por otro lado, el individuo es más consciente de lo que ocurre y adquiere una novedosa y placentera sensación de control sobre las conductas impulsivas, llegando a ser capaz de sustituir la forma habitual de actuar por otra que no acabe en un hurto. Se trata de una técnica útil ante cualquier trastorno del control de los impulsos y adicciones porque permite una mayor concienciación del problema. Además, es habitual que cuando se anota cada episodio, se constata que estos son más frecuentes de lo que se estimaba en principio, y que con la ayuda del terapeuta estos impulsos se podrán sustituir por conductas más controladas.
Otra técnica útil y cargada de sentido simbólico es destruir todos los objetos robados. Con su destrucción se consigue romper con una etapa de la vida en la que se han cometido actos involuntarios y que han causado gran malestar. De esta forma tan alegórica se inicia una nueva etapa en la que se pretende actuar de forma diferente ante la ansiedad y la depresión.
Es muy importante que un cleptómano comparta la experiencia vivida con personas de confianza. De esta manera se comparte el problema y la vergüenza desaparece poco a poco. Reconocer el problema es siempre el primer paso para solucionarlo y, además, se aconseja realizar un ejercicio muy útil con las personas que comparten el secreto: pedirles que sirvan de acompañantes para acudir a los lugares donde se cometieron los robos y les vigilen para evitar nuevos episodios. No sentirse culpables les resulta una experiencia muy reparadora y les alienta a que ellos, más adelante, acudan solos al mismo centro y experimenten la misma sensación.
Por último, se recomienda que el afectado trabaje en la búsqueda de sensaciones positivas mediante otras actividades, como practicar deporte al aire libre, disfrutar de algún pasatiempo y mantener relaciones sociales activas para prevenir el aislamiento. El mayor antídoto para las conductas impulsivas y adictivas es vivir emociones intensas y positivas que provoquen sensación plenitud. De este modo, mejora el estado de ánimo y desaparece casi de forma espontánea la necesidad de cometer pequeños hurtos que hacen a la persona esclava de sus emociones, perpetuando su malestar de forma constante.