El psicólogo Paul Ekman identificó más de tres mil gestos faciales, comunes a todas las culturas y capaces de revelar los verdaderos sentimientos aunque la persona quiera ocultarlos. Son las llamadas microexpresiones faciales, gestos involuntarios que duran centésimas de segundo y que pueden revelar el estado anímico que queremos ocultar. Y es allí precisamente donde se encuentra la mentira.
Pero no fue de un día para otro que Ekman desarrolló esta habilidad para reconocer mentirosos, que se estima posee apenas el 0,1% de las personas. El psicólogo pasó cinco años estudiando en África y recorrió también países como Argentina, Brasil, Chile, Nueva Guinea y Papúa. Así pudo comprobar la teoría que lo había obsesionado toda su vida: que las expresiones humanas son universales.
Sobre la base de estas expresiones básicas, que son generadas por la acción de 43 músculos faciales, el especialista descubrió que se pueden esbozar cerca de 3.000 microexpresiones involuntarias. Todas relacionadas con algún estado de ánimo.
Son estas "claves" las que aprendió a descifrar Ekman, con tal éxito que sus análisis se consideran más confiables que el polígrafo, la máquina conocida como "detector de mentiras". No es de extrañar considerando que el dispositivo detecta respuestas fisiológicas concretas, como incremento de la presión sanguínea, estrés, respiración y sudoración. En otras palabras, detecta si la persona está ansiosa sobre lo que está contando. Y un mentiroso entrenado sabe controlar su ansiedad.
Pero por muy controlado que sea el mentiroso de turno, las micro expresiones terminarán delatando sus intenciones. Y también sus acciones. Ekman enseña a centrarse en algunas claves.
Por ejemplo, un hombre que le dice a su amante que dejará a su esposa y, acto seguido, se rasca la nariz. Este gesto revela que está ocultando algo y es común en la mayoría de los hombres.
Igual cosa una persona que, con toda la convicción del mundo, asegura no ser culpable de algo, pero mientras lo hace encoge sus hombros: es su cuerpo que está contradiciendo el discurso. La mirada también puede traicionarnos. Cuando interrogamos a alguien acerca de algo que ocurrió, de manera involuntaria el sujeto desvía la vista para recordar. El mentiroso, en tanto, "vomita" su discurso porque tiene todo aprendido y no tiene que explorar en sus recuerdos.
OTROS GESTOS INDESMENTIBLES
Las cejas oblicuas denotan tristeza y, según Eckman, es una de las emociones más sinceras y difíciles de ocultar para los seres humanos; la mano sobre la cabeza es señal de vergüenza, al igual que arrugar la pera.
También el lenguaje distante. Bill Clinton, por ejemplo, cuando renegó de su relación con Mónica Lewinsky diciendo "no tuve sexo con esa mujer. Al día siguiente, Ekman habló con sus asesores y les hizo ver los "errores" del Presidente.
La risa forzada también se puede reconocer. Esta involucra menos músculos que una risa espontánea. Así, cuando la risa no es auténtica sólo se mueve el músculo entre la boca y el pómulo. La verdadera risa involucra también los músculos del contorno de los ojos. Eckman enseña todas estas técnicas y dice que cualquiera las puede aprender. Cobra US$ 35 mil por cinco días de sesiones y asegura que la precisión llega al 95%.
MENTIRAS POR HORA
Pero la mentira es democrática. De hecho, se estima que una persona normal llega a contar hasta 18 mentiras por hora. La sicóloga estadounidense Bella de Paulo, de la U. de California, es otra de las expertas que más ha estudiado la mentira. Revisó más de 300 investigaciones y ha realizado varios estudios sobre la materia. Algunas de sus conclusiones indican que el 23% de las personas miente sobre un romance, 21% sobre dinero, 21% sobre logros personales o sentimientos y el 7% sobre su identidad.
MITOS Y VERDADES
Las personas que mienten no miran a los ojos, se complican cuando les preguntan detalles, esquivan la mirada y tienen un discurso entrecortado. Estas son algunas de las conductas que la mayoría de la gente asocia con la mentira. Absolutamente falso, dicen los expertos. Un verdadero mentiroso planea su discurso cronológicamente, mira directamente a los ojos, no pierde ningún detalle y jamás mira hacia el lado, ese es un recurso de la memoria real. Lo que sí hace es tocarse el pelo como si quisiera alisarlo y mueve las manos como si le molestaran los dedos. Una forma de pillar una mentira es pedirle a la persona que relate el mismo discurso pero al revés. Como no existe memoria, tiene que inventarlo todo de nuevo, por lo tanto, se pierde y no puede hacerlo. En cuanto a los estereotipos, la gente suele creerle más a los que tienen "cara de buenos", como los que se ven más inocentes con rostros de niños o se muestran extrovertidos y muy transparentes.
LOS CUATRO TIPOS DE MENTIRAS
Mentiras comunes: Son aquellas que se dicen cotidianamente. El 75% de las personas las usa de manera frecuente según encuestas. Son aquellas típicas excusas para justificar atrasos u olvidos imperdonables.
Mentiras serias: Se estima que el 25% de las personas acude a ellas con frecuencia. Corresponde a engaños más complejos, como ocultar consumo de drogas o relaciones sentimentales paralelas.
Mentiras autocentradas: Corresponde a aquellas mentiras que la persona dice para protegerse a sí misma. Por ejemplo, para evitar pasar una vergüenza o para no cumplir un compromiso indeseado.
Mentiras piadosas: Son una de las más comunes y su función es proteger a la persona a la que se le está mintiendo. Como no contarle a una mujer que su marido la engaña.
(Fuente: psicologosperu.blogspot.com)